Cambio.

Compré peras y manzanas. Dejé las peras al lado de las manzanas, o al revés. Como más te guste. Las peras están más duras que las manzanas. Y las manzanas, un poco menos duras que las peras que puse al lado. En fin, el año que viene no voy a comprar más frutas en el supermercado. 

Promediando diciembre II.

Sigo pensando y, ya que estamos en vísperas de Navidad, aprovecho para pedir, ahora que la ciudad ha sido invadida por bicisendas, que mucha gente, especialmente automovilistas, todavía no saben bien qué son ni para qué están, traigan con las mismas algunos vientos a favor, ya que hoy en día se hace difícil pedalear así, como pelotudos también, entre el calor y la humedad. 

Promediando diciembre.

Estaba pensando y se me ocurrió que a los colectivos podrían agregarles el número de línea en la parte trasera así dejamos de correrlos desde atrás, como idiotas, para ver cuál es. 

Madurar es.

Madurar es dejar de contarle a tu abuela, antes de comer, cuál es la parte que más te gusta del pollo.

Gelatina y cine.

Hoy pienso que la única comida que debería estar permitida en los cines es la gelatina. Después pienso que, de ser así, los idiotas que van a comer a las salas, morderían las cucharas. Porque supongo, o estoy seguro, de que lo último que les interesa es mirar la película, y lo primero, molestar al de al lado.

¿Hasta cuándo?

Cuántas viejas hablando del clima. Cuántos pelotudos vestidos de primavera. 

Vena.

Qué bronca me da verte así. No lo puedo tolerar. ¿Cómo fue que sucedió? Una desatención. Una milésima de segundo, y esa desatención. Lo que más me enoja, es que pude haberlo evitado. Demasiado tarde. La milanga se metió por debajo del puré. Y no es joda. 

Cuando se acaba, chilla.

Vivir sólo, o bien ser un mal llevado. Vivir sólo y también ser un mal llevado, te impide experimentar esa sensación de robarle a tu compañero el resaltador cuando el tuyo se termina. Vivir sólo y además, ser un mal llevado, te invita a percibir que el resaltador, cuando se está terminando, chilla, literalmente. 

¿Qué más querés saber?

Sin dudas es tentadora la palabra “cambio”. Como siempre dije, la rutina, agota. Estoy cansado de escuchar siempre las mismas cosas. Qué fatigoso cuando sabes lo que viene. Y así con muchas cosas. “Tengo cuatro hermanos” y “¿Cinco varones? Pobre tu vieja”, así, todo junto, es la situación que más se repitió durante toda mi vida. Va de nuevo. TengoCuatroHermanos¿CincoVarones?PobreTuVieja, me tiene podrido. 

...

Encontrar un invisible tirado en el piso te lleva a pensar por qué carajo lo llamaron así, o mortadela al fiambre. 

Menojé.

Fin de año y contando entregas, exámenes, planificaciones para lo que por fin serán nuestras vacaciones, la gente se distrae. A todo esto, sumale el balotaje, si te interesa. A todo esto, yo no me olvido. Y llamame rencoroso, si querés. Pero hace un mes y medio que debería haber empezado la primavera y aun no veo rastros ni síntomas de la misma. Yo no me olvido. Y llamame pelotudo, si querés. Infantil e inmaduro, también. Pero el año que viene, pienso andar de bermudas y camisa hasta junio o julio, también.  

Sólo dos.

En el mundo existen dos tipos de personas. Por un lado, está la gente normal. Por otro, los que cenan una ensalada y encima separan las verduras a la hora de comerlas. 

toc II.

La tapita de aluminio todavía en el pote de dulce de leche abierto. La jabonera con restos de jabón. La ropa arriba de una silla. Ropa sucia tirada en el piso.  La pava sobre una hornalla de adelante. Una puerta casi abierta. O casi cerrada. Agua en la pileta de la cocina. Las botellas de agua sin llenar, y en la heladera. Una maceta sin planta. El baño sin papel, con el rollito de cartón. La cubetera sin todos sus cubitos. Una pelusa en el piso. Un pelo en el piso. Un hilo en el piso. Cualquier cosa que esté en el piso.

Otra verdad, les dejo.

Cuántas reuniones, cuántas “juntadas” y cuántos porrones de por medio a la hora de buscar el placer en nuestras vidas. Cuántas opiniones, cuántas formas y tan dispares maneras de pasar la vida y con un único fin. Estar bien. Sentirse bien. Con nosotros mismos. Y con los demás. Cuántas pelotudeces más puedo seguir escribiendo para terminar concluyendo en que cuanto más grande sea la cascarita, mayor será el placer al quitarla. 

Tómenselas.

Pasan los años y cada vez te exigen más. Madurez por un lado, profesionalismo por otro. Proyectar a futuro. Plantearnos una nueva forma de vida o replantearnos la que tenemos en lugar de seguir intentando. Todos te reclaman, muchos te exigen. Yo los veo y me detengo a pensar. Yo los veo y en seguida pienso en la tirita roja que inventaron para abrir un paquete de galletitas y todavía, en este año, 2015, fallan. 

Ordenanza.

Sonría, lo estamos filmando. Después puede seguir su camino, con cara de orto.

¿Qué más?

Envidio a aquellos que escriben por todos lados “vivir”, “soñar”, “amar”, porque seguramente a partir de eso le encontraron un sentido a la vida.

Todo eso y más, también.

Constantemente, la rutina nos enfrenta a situaciones que, muchas veces, hasta nos hacen transpirar. Momentos incómodos, instantes en los que no sabemos qué decir, relámpagos que nos ofrece la vida en los que de haber actuado de diferente forma, todo hubiera cambiado. Así y todo, producto de mis fracasos y/o mis miedos, motivo de tantas experiencias fallidas y momentos, literalmente, de mierda, no encuentro peor escenario de tensión, nerviosismo y concentración extrema, que el que se me presenta a la hora de romper un huevo para freírlo. 

Vacilación.

No sé si seguir quejándome porque la masa de tarta que recién le compré a los chinos tiene el mismo diámetro que la pizzera que voy a usar para la misma o bien salir a comprar una “tartera”.

Me das cada día, más.

Que levante la mano aquel que, como yo, revisa una y mil veces la remera nueva (cual hornalla de la cocina, heladera bien cerrada, luces apagadas, billetera, celular y llaves), para asegurarse de que no queda en ella etiqueta alguna que al salir a la calle te haga ver como un completo pelotudo estrenando una remera. 

Diferencias.

Encontrarse con alguien y decirle “Qué cara está la cebolla” para robarle una sonrisa. Encontrarse con alguien y decirle “Qué cara está la cebolla” para robarle la sonrisa. Ésa es la diferencia dentro de una misma frase que perdió su sentido metafórico para empezar a ser literal. Ésa es la diferencia entre robar una sonrisa y robársela. 

Realidad (+)

Y si alguien pensaba que podía existir algo más estúpido que la forma de comportarse de un ser humano durante la víspera de un día feriado, estoy totalmente de acuerdo y le digo que sí, existe, y es el comportamiento de un ser humano durante la víspera de un día feriado, cuando la misma se trata, además, de un fin de semana.

Realidad

Hasta dónde llegan la estupidez humana y otras facetas que tienen que ver también con el comportamiento estúpido de la misma raza, lo podemos apreciar en un día como hoy, en la víspera de un día feriado.

Encuentro bizarro.

Hoy me desperté raro. A veces hasta dudaba si realmente me había levantado o si seguía durmiendo. No sé si te debo tanto, o bien si debo regalarte mi resignación. No quiero descansar en tu perdón. Tampoco pretendo hablar de todo. Buscaré a mi modo continuar. De lo que sí estoy seguro, es que no me dejaré de preguntar. ¿Dónde estará mi primavera, dónde se me ha escondido el sol? Hoy me desperté raro, quizás encarnado en otro. Pero me pregunto lo mismo. ¿Dónde estará mi primavera, dónde se me ha escondido el sol? Ya pisamos octubre, ¡che! Que lo re parió…

Extraño extrañar.

Qué extraño es extrañar cosas extrañas. Mientras algunos no ven la hora de terminar el colegio, otros ya están cansados de ir a cursar a la facultad para después, seguramente, empezar a extrañarla. Yo, particularmente, extraño ir a hacer los mandados. Y todo lo que implica. Poder decir que no, en un acto de rebeldía, por ejemplo. O hacerse el boludo, aludiendo estar ocupado, como forma más inteligente de decir también, que no. De todas formas, siempre hay un hermano menor para hacerlo. Ahora, ya ni siquiera son mandados. Es simple, si no voy, no como. Y lo que más extraño era quedarme con el vuelto, aunque sean unas pocas monedas. Ahora, ya ni siquiera circulan. Es simple, te dan un caramelo Alka®.

Qué se yo.

Tanto tiempo vivido, y tanto tiempo por vivir. Tantas cosas aprendidas, y tantas más por aprender. Miles, millones de experiencias pasadas, y muchas más todavía por pasar. Nuevas tecnologías, nuevos productos y nuevas necesidades creadas de las que ahora dependemos. Todo esto y todavía más, y aún sigo sin entender cuál fue el motivo, cuál la inspiración y qué joraca es el helado de crema del cielo. 

Cómo convivir con la queja, literalmente.

Este fin de semana me lo pasé encerrado. Este fin de semana me lo pasé encerrado a la espera del próximo fin de semana de lluvia para quejarme porque tengo que quedarme todo el día encerrado. 

Usos.

“¿Qué tal?, ¿Cómo te va?” para desconocidos con los que nos cruzamos casi todos los días. O por teléfono, también. “Hola” para intentar caer simpáticos de entrada. “¿Qué haces?” para ese amigo que te cruzas todos los días. “¿Cómo andas?” vale lo mismo que un “¿Qué haces?”. “Boludo”, “Bola” y todos sus derivados, también. “¿Qué necesitas?” para cortarle la charla a ese amigo que te agarró ocupado y te tiró un “¿Qué haces?”, un “¿Cómo andas?”, un “Boludo”, “Bola” o cualquiera de sus derivados. “Me estoy yendo”, “Estoy comiendo”, “Tengo cosas que hacer”, y demás mentiras, también. “Muchachos” para el grupo de amigos inmaduros que siguen juntándose a joder. “Los pibes”, “Los chicos”, también. 

Que viva el clima rebelde.

Dos días invernales en esta inminente y recién llegada pero aún no bienvenida primavera sirven para que las viejas tengan una temática o un comentario a mano para charlar entre ellas mientras barren sus veredas o bien cuando salen a comprar el pan de todos los días o alguna que otra pelotudez que no necesitan. 

Encuesta.

¿Sos una persona normal o el pelotudo al que le afecta la primavera? Cambia la cara, que hoy es lunes. 

Lunes de primavera.

El mundo se encuentra dividido. Existen dos tipos de personas. Están, por un lado, aquellos para los que mañana es un día más de la maldita rutina de los lunes. Y, por el otro, quienes tienen que concurrir casi obligatoriamente al parque mostrando su última bermuda y sus gafas para el sol, por más que se trate de un día nublado y con frío. 

Seguimos.

Entiendo la época. Entiendo los avances. Entiendo también que si llamo a “Defensa del consumidor”, me van a decir lo que ya sé. No entiendo cómo pude creer que el detergente “con aroma a pepino y aloe vera” iba a tener aroma a pepino. Y a aloe vera. Entiendo entonces que tengo mal gusto. Entiendo la época. Entiendo los avances. Lo que no entiendo, es que a esta altura pueda seguir siendo tan pelotudo.

Demasiado actual.

Siempre fui un agradecido a feisbuc® por hacerme notar la lluvia o el frío que inundaba el día. Hoy vuelvo a retribuirle su papel de informante ya que, sin el mismo, no me hubiese enterado del temblor. Yo tampoco sentí nada, giles.

Desenmascarando.

Si saliste abrigado, te vas a cagar de calor. Y si saliste liviano de ropa, te vas a morir de frío. Desenmascaremos a la primavera. No seamos injustos con el otoño. O, de otra forma, seamos malos con los dos. Si al final, son la misma porquería, sólo que al revés. 

Prejuicio.

Yo seré ansioso pero a la gente la conmueve la llegada de Septiembre por la primavera, que comienza recién a fin de mes, cuando algunos ya empiezan a colgar pelotudeces como guirnaldas y luces de colores porque, según ellos, ya se acerca la navidad.  

Momentos VII.

Producto de una película aburrida o del cansancio acumulado de la semana, me quedé dormido. Eran las 7 de la tarde. Me desperté cuando ya finalizaba el día. O comenzaba uno nuevo, por lo menos para mí. En ese momento empezaron mis dudas. Y me di cuenta de que todo el tiempo, todos mis días, transcurrían de esa manera. Me paro y te miro. Trato de enfrentarte. Y no sé qué hacer. Son muchas las opciones. Y no puedo pedirte un tiempo. Ya no puedo seguir demorando. Tengo muchas cosas que hacer. Alguien me está esperando. Agarré el Mendicrim Clásico y seguí adelante. Los tholem, los Finlandia, los iLolay y La Paulina con todas sus variedades; quedaron atrás.  

El clima, en la ciudad.

“Paa, que fresca que hace”. Cortito, al pie. Insisto. Repito. Una vez más. Estamos en invierno, gente.  

Hoy (o mañana).

Hoy es un excelente día para empezar algo nuevo. El ser humano es estúpido por naturaleza, aún más los viernes. Mañana también puede ser un gran día. Empezá hoy, o mañana. Así, dentro de un tiempo, les contás a tus amigos que empezaste en agosto, por más que esté yéndose del calendario.

Más TOC.

No existe mejor sensación de rebeldía que la de irme a dormir sin revisar el gas, la heladera bien cerrada, y sin verificar dos o tres veces que puse la alarma. No existe peor sensación que soñar que me quedé dormido, que me quedé sin heladera o que reventó el departamento. 

Salud.

Anoche no podía dormir. Sin dudas había algo que no me dejaba relajar. En un momento me puse a pensar en una frase que expresa que “Todo es cuestión de tiempo”. Y estoy seguro de que es así. Si hubiera nacido unos cuantos años antes, habría manejado el volumen del televisor con una ruedita, por lo que no tendría que haber pensado en números pares. Lo más importante es que, de haber nacido unos años antes, habría tenido un TOC menos. Salud. Seguía sin poder dormir.

Formas.

A veces, creo, por tratar de ser simpático o por lo menos “no tan forro”, uno busca la forma para decir ciertas cosas. Siempre que escucho que alguien no es “fotogénico” directamente pienso en lo feo que es, o, ya que hablamos del tema, que al menos no es tan agraciado. 

Resfrío.

Hoy en día, parece que está de moda publicar frases o imágenes en busca de la felicidad. Todos se preguntan en dónde la podemos encontrar. Al mismo tiempo, en este camino, soportamos ciertas cosas con un único fin, que es un momento de goce, de disfrute. Pero, todos sabemos, y nos amargamos, porque ese momento dura poco, se diluye rápido, a diferencia de lo que pasa en aquellos otros períodos que no disfrutamos tanto para llegar al mismo. Lo que es totalmente injusto. Pero que es real. Entonces nos quejamos, porque no estamos a gusto. Y seguimos buscando. Me pongo a pensar, y me doy cuenta de que siempre va a ser así, si al ver que alguien, un desconocido, nos mira y nos regala una sonrisa, enseguida buscamos un espejo porque seguro debe ser porque tenemos un moco pegado en la cara.  

Seguimos.

Estaba durmiendo la siesta. Me despertó el timbre. Me despertó el tipo que viene a cobrarme las expensas. Como siempre, hablamos de River. Como siempre, me olvidé de reclamarle una cosa que tenía anotada. El tipo ya se fue. Que alguien me explique por qué estoy de buen humor. Sigo sin entender cómo funciona mi cabeza. 

No lo sé.

Me matas si me haces elegir una palabra para definirme. Aunque quizás con un párrafo me alcance. No lo sé. Muchas veces me cuesta entender mi forma de ser. Lo mismo pasa con mi forma de actuar. El otro día fui a renovar mi carnet de conducir. Durante las últimas semanas, producto de las lluvias, tuve que recurrir al bondi. Lo cierto es que, de no haber sido por el clima, me habría manejado, como siempre, en bici.

Verdades cotidianas.

Es tan cierto que los borrachos y los nenes dicen la verdad como que quienes están durmiendo la siesta tienen siempre una excusa para hacerlo. Lo que todavía estoy tratando de entender es por qué intentamos darle explicaciones a quien nos despertó de la misma.   

Viajá hoy, ahora.

Viajá. Viajá hoy. Prepará la mochila y salí. No lo pienses. No lo dudes un minuto. Que los arraigos, el clima, la distancia y el tiempo no te afecten en esta decisión. El momento es hoy. El momento es ahora. Sólo, con un amigo, con varios amigos, con tu pareja. Salí. Pero que sea ahora. Que sea hoy. Viajá hoy. Mañana aumenta el boleto en la ciudad de Rosario. Y en diciembre ni te cuento. 

La lluvia sólo moja.

Qué peligroso es andar por la calle en estos días, en esta ciudad. Sobre todo por las viejas que miden un metro veinte y llevan las agujas del paraguas a la altura de nuestros ojos.

Clase de hoy.

Pasaste años fumándote a un pelotudo que se sienta al lado tuyo y teclea su teléfono durante todo el viaje. Ahora ese mismo pelotudo tiene uno táctil, pero no sabe desactivarle el sonido. Modernidad.

(in)madurez según pasan los años.

Pasan los años y sigo buscando esa delgada línea que separa lo que no puedo hacer “porque no soy grande” y, por otro lado, lo que tengo que dejar de hacer “porque ya estoy grande”. 

Rebel(día).

Rebeldes somos desde el momento en que lloramos mientras mamá nos pasea en el cochecito hasta que nos frena para decir libremente y en el medio de una calle: -“Dejá de llorar, la gente va a pensar que te estoy matando”-

Jueves.

Hoy, jueves, me pregunto cuánto tiempo falta para que declaremos a éste día como el último de la semana laboral. También examino lo que pasa por la cabeza de una mujer que se acomoda en el bondi y durante todo el viaje actúa un rotundo “no” moviendo su cabeza de lado a lado. ¿Estará enojada con el chofer? ¿Será por el inminente aumento del boleto? ¿Problemas maritales? ¿Quizás la mancha negra que se observa en su saco beige durante la mañana gris que nos entrega la ciudad de Rosario?

Semana III.

Los martes tienen tan poco sentido que considero que hoy también podemos quejarnos de los lunes. Los lunes definitivamente empezaron a ser los días más aptos para pensar en cualquier excusa y dejar nuevas actividades para la semana próxima. 

Otra vez lo mismo.

Buen comienzo de semana para ir por la calle identificando pelotudos vestidos a la moda del verano pasado. Es evidente que salieron de sus casas recién al mediodía. Seguramente ahora están quejándose del frío. Habría que avisarles que estamos en Julio.  

Basta.

A veces uno peca por ignorante. Otras, simplemente por desinterés. Escuchar que un tipo salió cuarto en un triatlón, me suena a fracaso. Y me niego a que me corrijan. Boludo no soy. Bueno. Dejen de joder con los JJ.OO y más aún con los Panamericanos. No les interesan a nadie. 

2015 y seguimos.

Hay situaciones en las que, por más que se hable y se intente, no hay vuelta atrás. Pero siempre pensamos en la posibilidad de negociar, de llegar a un acuerdo, a algo que satisfaga a ambas partes. De todas formas, no tengo dudas de que existe un escenario en el que se hace imposible charlar, y es cuando me estoy bañando y a mi vieja se le ocurre lavar los platos. Y ya me quemé vivo. 

Viajar no es un placer.

Creo que la manera de ser cuando viajamos en bondi vende nuestra personalidad hacia los demás, nos demuestra. Me siento al lado tuyo, compartimos un trayecto de no más de 15 minutos, en los que sacas tu teléfono unas 8 o 10 veces y me codeas en las costillas esa misma cantidad, y me doy cuenta de que sos insoportable como persona, y termino poniéndome de pie. 

¿Sigo siendo injusto?

Intento contarte algo y recibo un “Sí, ya había escuchado hablar de eso”, y nada más que agregar. Experimento con mostrarte algo y te anticipas con un “Ya lo vi”, seguido de silencio. Si me quedo callado porque no tengo nada nuevo, soy un aburrido que oculta su vida, vive todo para sí mismo y no le interesa en lo más mínimo todo lo que tenga que ver con compartir. ¿Sigo siendo injusto?

¿Soy injusto?

Cada tanto me quedo observando a esos clientes que vienen sonrientes, con buena cara y predisposición. La mayoría de las veces, desconfío de ellos. Siempre vienen a pedirme un favor. Cada tanto me dicen que cambie la cara. La mayoría de las veces, creo que tienen razón. Aunque siempre vienen a pedirme un favor. ¿Soy injusto?

Es al pedo.

Hoy no fui pesimista. Tampoco “malaonda”. Sino todo lo contrario. Por un momento, claro. Mismo instante en el que me soltaron un “Muy amable”. Mañana vuelvo a ser pesimista. También “malaonda”. Como siempre, claro. Con esa forma de agradecerme, me quedé mudo, y dudando. ¿Cuántos años te pensás que tengo?

Mmm...

Qué incómodo es el silencio cuando estamos conociendo a alguien. Qué práctico es, a veces, practicar antes del encuentro, comentarios o temáticas de las cuales charlar después. Qué difícil de esquivar y obviar hablar del clima. Qué fácil es sentirse un pelotudo.  

Encrucijada II

Cuando me estaba dando cuenta de que, paradójicamente, los días más cortos se hacen cada vez más largos, y esto tiene que ver con que “anochece, son las 6 de la tarde y no puedo ponerme a cocinar a esta hora”, a partir de hoy el día solar comienza a alargarse, entonces tengo que volver a esperar durante casi un año para aprovechar esos días más largos en los que, paradójicamente una vez más, es de noche. 

Nuestra historia.

La historia misma. El gen, nuestra forma de ser, desde siempre. Comenzamos el año, nos planteamos objetivos. Formamos la Patria, creamos nuestra bandera, nuestra insignia; y hasta nos independizamos. Después de esto, lo que queda, es el resto del año, cuando ya nos abandonamos, nos sumergimos en la dulce espera de lo que serán nuestras vacaciones.  

Racconto.

Hoy me desperté con una duda que tiene que ver con el próximo domingo. Está relacionada con la cantidad de pelotudos que nos van a recordar, a través de este medio, que comienza el invierno; y con la otra cantidad, de pelotudos también, que suban una foto por el día del padre, siempre y cuando ustedes mismos hayan salido bien, sin importarles un carajo cómo se ve papá. Sólo resta esperar para empezar a contarlos.  

Día especial.

Así como algunos a veces se levantan con el pie izquierdo y ese día todo les sale mal, de vez en cuando me despierto un tanto optimista. Es así como, en lugar de seguir recriminándole desigualdades o preferencias a mis viejos, me veo favorecido porque puedo empezar a usar la ropa que le quedó chica a mis hermanos… más chicos. 

Crítica al sueño.

Entonces me hablaron de un sueño. Uno del que, como tal, dicen, no queres despertar jamás. Sin embargo, dudaba. Nadie lo podía entender. Nadie me quería entender. Aquella noche me encontraba acostado en mi cama. Una araña bajaba desde el techo y, como en un sueño, las piernas dejaban de responder. 

¿Y ahora?

Transitando los últimos pasos de la carrera, no queda más remedio que sentarse y enfrentar esas materias que se hacen cada vez más largas, esas que llevan meses de preparación. Transitando los últimos pasos de la carrera, mi departamento se encuentra cada día más limpio. 

Semana II.

Es miércoles y la confusión fue tal que muchas veces, mientras intentaba contar algo, me daba cuenta de que nada tenía que ver con la conversación. Es miércoles y, ante el desconcierto, variaba mi historia para asimilarla un poco con el contexto. Es miércoles y, cuando pensaba que había zafado, muchos piensan que soy un pelotudo que ya está pensando en el fin de semana.

tete.

Algo anda mal desde que, hasta ayer, todo el tiempo era #niunamenos, y hoy, todos hablan de la humedad. 

Vago.

Es cierto que la “Ley del menor esfuerzo” se dictó hace mucho tiempo. La conozco desde que tengo uso de razón, o sea, desde la primera vez que mi vieja me estaba retando. Es innegable que, ahora, nos asombramos cada vez más con cosas menos impactantes, o también que vemos el transcurrir del día cada vez con menos esfuerzo, por parte de uno, o bien a nuestro alrededor. Si esto sigue así, dentro de un tiempo no muy lejano vamos a estar pidiendo un aplauso para el que llamó al delivery.   

Semana.

Es así como decidimos pasar el agobiante lunes mediante una larga siesta. Llega el martes y pensamos que mañana, miércoles, ya estamos a mitad de semana, momento de confusión total, en donde nos planteamos si en lo que va de la semana hicimos algo productivo o bien libramos todo para pasar a esperar el fin de semana. Que soy ansioso, a esta altura no tengo dudas, lo bueno es que ahora, me importa un carajo. 

Verdad.

Los domingos a la noche dejarían de ser tan depresivos si dejáramos de pensar y taladrarnos con todas las cosas que finalmente no vamos a hacer el lunes. 

Sensaciones.

Perdiste las llaves de tu casa y esperas al primer pelotudo que venga a preguntarte “¿Dónde?”. Entonces no sabes si es peor la sensación de haberte quedado paradójicamente encerrado afuera de tu casa, o la de que venga este primer estúpido individuo a hacerte esa estúpida pregunta.

Carajo.

Mientras uno intenta ser más tolerante, más pelotudos se cruzan en su camino haciendo preguntas estúpidas como “¿Llegaste?”, o afirmaciones pelotudas como cuando vas a la peluquería y te dicen “Estabas necesitando un corte”. Sí, esta semana fui a la peluquería, y esta es otra forma de contarlo en lugar de tener que sacarme una “selfie” con mi peluquero. ¿Vieron que se puede?   

Pelu(no)quería.

No creo ser el único que desconfía de los peluqueros. Tampoco de los que dudamos una y mil veces antes de ir a la peluquería y que, cuando nos decidimos, es lunes. Pero si de algo estoy seguro es que estamos transitando el año 2015 y hasta ahora nunca me avivé de llevarme un gorro para el camino de vuelta entre la maldita peluquería y mi querida casa.  

Sensaciones en el baño.

Existen sensaciones encontradas a la hora de hacer referencia al baño. Me llama la atención que a uno, por más que le suelten una frase trillada como “Sentite como en tu casa”, en cierta forma lo hace pero si en algún momento pide permiso, sin dudas es para ir al baño. Será que sentimos un mayor respeto por ese lugar de la casa. Por otro lado, hay que decir que cuando uno se encuentra en el baño de su propia casa, se siente totalmente indefenso, y depende de otro si en el mismo no hay papel, una toalla, o jabón. 

Situaciones de rutina

En nuestros días nos enfrentamos constantemente con situaciones en las que intervenimos como clientes o proveedores de alguien. Existen, además del clima, otros temas pelotudos de los que podemos hablar para superar esos momentos de silencio que simplemente ocurren, y que creemos o sentimos incómodos. Es así como soltamos un “Que tristes que son los lunes”, “Qué traicioneros los jueves”, “Se viene el finde, eh”, “Por suerte mañana es domingo y descansamos”, y más estupideces que en este momento no se me ocurren enumerar. 

Pasan los años IX

Desde que mi vieja “se hizo un feisbuc”, ya dejó de ser gracioso atacarla por este medio. Pasan los años y me sigo preguntando por qué cuando hablo por teléfono con mi abuela siento que nunca me escucha o bien pretende hablar sólo ella.  

Paradoja IX

Estamos aburridos y nos quedamos tirados mirando el techo. Estamos ocupados y nos ponemos a acomodar cosas sin sentido. Paradójicamente, la diferencia entre estar aburrido y estar ocupado radica en que mientras más cosas tenemos que hacer, menos de las mismas hacemos para pasar a hacer en su lugar las que deberíamos cuando estamos aburridos. 

Ya no hay respeto.

La sociedad, la situación. Qué indignado estoy. Una burla, una falta de respeto total. Lo escriben, lo dibujan, lo rayan, lo rompen y lo encintan. Todo lo que hacen con un pobre billete de $2. 

Rutina

Algo anda mal en tu vida si no tenes tiempo para sentarte a comer tranquilo. Más allá de esto, podes tener el lugar y las posibilidades que sean, pero sin dudas tu desayuno será, con suerte, sentado, con cara de orto y la mirada perdida en el horizonte o en algún punto fijo de tu casa. 

Enemigo.

Enemigo es aquel que te llama por teléfono cuando estás cepillándote los dientes.

Siempre lo mismo, más de lo mismo.

Se acerca el invierno y, con él, nuevas llaves de paso para revisar cada vez que me voy de mi depto. Se acerca el invierno y, una vez más, me convenzo de que me es inevitable terminar hablando y opinando sobre el clima. Lo más serio y preocupante de esto es que ahora, no sólo lo charlo con los demás, sino también conmigo mismo, lo que me hace caer en esta realidad en la que me encuentro cada día más solo, justamente en esta época y con este clima.  

Los Risso.

Lo más común sería pensar que en alguna época, justo en esa época, no teníamos televisión. Lo cierto es que pasan los años y en la casa de los Risso hay cada vez más cuadros con la foto del Cerro Catedral. 

Favores por favor(es)

Si te hacen un favor vas a pensar en que algún día lo vas a devolver. Si, en cambio, haces un favor, vas a esperar a que algún otro día, te lo devuelvan. Todo esto nunca va a suceder. Basta de frases como “¿Qué te debo?”, o “Nada, anda tranquilo”, ya que fueron, son y serán una gran mentira. 

Vivir sólo.

Rasquetear hasta conseguir el objetivo de por lo menos, endulzar un poco el café. Te vas a vivir sólo y te das cuenta de que lo peor que te puede pasar en la vida es tener que llenar la azucarera una vez que se vacía.

Miedo posta.

Muchas veces me dijeron que trate de tomarme las cosas con un poco más de calma. Que de alguna forma u otra, por más ansioso o nervioso que esté ante una situación, la misma no depende de mis sensaciones. De todas formas, creo que mi mayor alivio, fue cuando dejaron de amenazarme con cambiarme de colegio.

Hoy.

29 de abril. Hoy se supone que ustedes se vean obligados a subir una foto con ese animal que se encuentran todos los días en sus patios y yo, desde acá, comente cosas como “acuérdense de ellos todos los días y en todo momento”, “de todas formas, por más que les dediquen un álbum entero, ellos nunca lo sabrán” o “es evidente que no te importaba mostrar a tu mascota, mientras vos salieras bien para esa maldita foto”. 

Ojalá nunca les pase.

Siempre me consideré el más desgraciado de todos. Cuando creía que todo tenía un límite, hoy me desperté con ambos brazos acalambrados tratando de apagar la maldita alarma del despertador.

Asi cualquiera.

Recordarles a todos aquellos pelotudos, que por estar de buen humor ante la llegada de sus vacaciones, que hicieron una gran promesa para este año y que estamos pisando mayo y aun no movieron un dedo. 

.

Una vez más, gracias al clima que siempre nos da una palabra de más para poder charlar con aquellos pelotudos con los que no tenemos un interés en común y así poder andar tranquilos por la vida, más que nada en lugares de espera, como en el ascensor, en donde la gente cree que no queda otra que hablar para caer simpáticos.

Anticipo de invierno.

Hoy decido anticiparme a todos aquellos pelotudos que usan este medio para informar lo que sabemos con sólo sacar una mano por la ventana. Sí, de alguna manera empezó el frío. Y es lógico, ¿no? Mi deseo para este año es no tener que encontrarme con comentarios que tengan que ver con el cambio de temperatura, con el pedido a mamá para que nos ponga una frazada más en la cama, con el hecho de reírse porque el gas es barato en nuestra provincia aunque existen pelotudos que se compraron un frío-calor, o, finalmente, con que fríos eran los de antes o viceversa y este año de repente se creen que transitan por la tercera edad y por eso los cambios en su cuerpo.

Pero.

Reconozco que hay días en los no quiero hablar. También que, en la mayoría de los casos, soy el que escucha, y que soy un tipo de pocas palabras. Ahora, me parece injusto que cuando me acerco buscando otro punto de vista, reciba un “Fijate”, “Que se yo, pensalo bien”, “Proba y mira que pasa”, cuando lo que estoy necesitando es un maldito “Pero…”.

Cambié.

Hoy, a pura rebeldía, puse el volumen de la tele en un número impar. No es la primera vez que lo hago. La diferencia es que hoy me la banqué, y nunca volví a cambiarlo.

Publicidad.

Miro lo tele. Miro la tele y, mientras, busco por la calle a alguien que se comporte de manera tan estúpida, sonriendo, saltando y bailando a la hora de comer un yogurt. 

Pelotudo pelotudo.

Veintiséis años y todavía me quedan doliendo los dedos dos o tres días después de haberme cortado las uñas.

Lunes.

Hoy, lunes, pido a gritos por una ley que nos ampare ante aquellos pelotudos que vienen contentos a contarnos su nueva actividad que comienza justamente hoy. Por otro lado, están más que justificadas la cara de orto, el mal humor y la emisión de todo tipo de quejas para los días que vienen.

Más toc yo.

Mientras vos te creas un rebelde por organizar una marcha por Feisbuc®, yo hoy salí de mi depto sin revisar las hornallas de la cocina ni que la puerta de la heladera esté bien cerrada, sin repasar “billetera, celular, llaves”, y sin espiar que nadie quede escondido debajo de la cama. Tomá!

Desconfio de la vida.

No logro decidirme entre desconfiado o precavido, pero a esta altura de mi vida sigo dudando si la luz de la heladera verdaderamente se apaga cuando cierro la puerta.

Todos lo mismo.

Existen por un lado aquellos a quienes si les das un rato más, te cuentan el final de la película. Y, por el otro, no por eso más ni menos hijos de puta que los anteriores, los que te están contando una historia o una anécdota y se olvidan de las partes importantes de la misma.

Palabras y frases que odio.

Trending Topic, “…se volvió viral”, “reencuentro”, “buen día”, “hola como andas?”, “tal vez”, “hoy no da”, “me prendo pero sólo a la previa”, “a ver cuándo hacemos unos mates”, “llegaste bien?”, “ya estás de vuelta? qué rápido hiciste”, “a qué hora llegaste anoche?”, “cómo anda todo por allá?”, “novedades?”, “saludos a la flia.”, “cómo te fue?”, “contame algo”, “qué haces de tu vida?”, “rutina”, “gafas”, “facha”, “bro”, “que no se corte”, “buen finde”.

Asi nomás!

Algo anda mal desde que una maceta que parece un balde cuesta el doble que un balde que parece una maceta. 

Peluquería quería un lunes.

Considero que es todo un tema el de tomar la decisión de ir a cortarse el pelo. Peor aún es, cuando por fin lo decidimos y en el camino nos damos cuenta de que es lunes. Pero lo peor de todo es cuando se manifiesta la teoría que explica que cuanto más malo sea nuestro corte de pelo, más tiempo va a tardar el mismo en crecer.

Para qué?

Es muy común, cuando conocemos a alguien, preguntarle su nombre. Mucho más común es, sin dudas, olvidarlo en ese mismo instante, si es que prestamos atención a la respuesta.

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Hoy estuve todo el día preguntándome por qué hay gente que empieza a hablar diciendo “Con todo respeto…” si después de eso se viene la ausencia máxima del mismo y en su máxima expresión.

Bienvenido otoño II

Primer “fresco” del año. Muchos ya tienen preparado su gorrito de lana. Un día exactamente igual al de hoy, pero en primavera, y sacan a relucir sus musculosas y ojotas. Y después decimos que el mundo está lleno de pelotudos, excluyéndonos de esa lista, obviamente.

Bienvenido otoño.

Ayer escuché algo muy cierto. ¿Por qué en lugar de invertir tanto dinero en pronosticadores del clima, no ponemos parripollos por todos lados? Si al final la mayoría de las veces pifian, porque juegan con el clima que es lo más puto que hay en la naturaleza, y sin dudas, mamá es la única que siempre tiene razón cuando te dice “Llevate un buzo que va a refrescar”.

Semejanza. Realidad.

Es muy semejante el hecho de estar en la ducha al de estar encerrado. Uno se siente indefenso, miserable, totalmente dependiente. A tal punto de que lo único que puede hacer para conseguir algo, es a los gritos.  

Menojé.

Mientras sigan dándole libertad a sus teléfonos para que elija las palabras por ustedes y sigamos actuando de forma tan pelotuda, dentro de algún tiempo no van a tardar en aparecer calditos en las góndolas de los supermercados sabor “agua de manantial”, que obviamente los vamos a consumir como si nada, porque justamente eso son, pero los vamos a comprar igual, contentos…

TT.

“El clima” siempre fue “trending topic” (puaj), incluso antes de que se inventara esta expresión, desde que el mundo está lleno de pelotudos unidos por una misma rutina, lo que hace que ya no tengan más de qué carajo hablar.

Vivir solo.

Vivir solo. Vivir solo para que en el mismo momento en el que te metes a la ducha te suene el teléfono o el timbre. Vivir solo para que cuando quieras estar justamente solo, tu vecino tengo ganas de tomar unos mates con vos.

Duda.

Me pregunto qué sería de las revistas de chimentos si no existiesen las salas de espera. 

Estupidez.

La estupidez de una persona se mide por la cantidad, calidad y regularidad de emoticones que usa para acompañar un mensaje de texto. Si, además, el mismo sólo consta de emoticones, el usuario se convierte automáticamente en completo estúpido, nivel más alto en consideración, por lo tanto, insuperable.

Nombres.

Muchos estamos disconformes con el nombre que nos tocó. Muchas veces perdemos el tiempo, porque verdaderamente es tiempo perdido, pensando en cómo nos hubiera gustado que nos llamen nuestros padres. La mayoría de las veces termino mirando a mi alrededor, pienso en el bicho bolita, y se me pasa…

Tiene que ver.

Las personas en general pero sobre todo los jóvenes sabemos que es abismal la diferencia entre un sábado y un domingo. Este contraste, claro está, tiene que ver con la energía con que uno dispone, y depende justamente de lo que hagamos en el momento que separa ambos días. Dicho de otra manera, depende de cuánto tomemos durante la noche del sábado y la madrugada del domingo. Yendo al grano, en muchos casos uno llega al límite de no poder compartir un vino con el viejo o unos mates con mamá durante el domingo. Definitivamente, Cristina no salió el sábado.

Trending topic.

Si queres verte como un pelotudo, involucrate con un trending topic. Si queres sentirte un pelotudo, simplemente proba con escribirlo. 

Los mismos de siempre.

No digo que tratemos de estar siempre ocupados haciendo alguna tarea. Tampoco creo que deberíamos usar el tiempo en giladas. Ya me parece demasiado hablar y ver por todos lados que discutan sobre el color de un vestido. Prefiero que sigan organizando marchas de silencio que nada tienen que ver con la política y mucho menos con un gobierno electo por el 60% del país.

Por más que intente.

Siglo XXI, año 2015, intento ser cada día un poco más tolerante y comprensivo pero aún sigo sin entender a la gente que quiere adelgazar tomando mate.

Pará un poco.

El otro día me levanté de tan buen humor que para volver un poco a la realidad tuve que sentarme a mirar un documental sobre la época menemista. 

Incompatibilidad.

Es algo incómodo cuando te dan ganas de ir al baño en casa ajena. Peor es que te venga un estornudo cuando ya estás meando.

Nombres.

Tengo un hermano que se llama Ignacio. Siempre pienso que a mis viejos, más allá de que sea el cuarto de cinco hijos, evidentemente les sobraba el tiempo a la hora de buscar nombres. Indudablemente fue un tiempo perdido, todo el mundo, y como en cada rincón del mismo, le dice “Nacho”. Ahora, y esto no es sólo con respecto a mi familia, sepan, padres y madres, que pierden el tiempo buscando un nombre si su hijo sale colorado, narigón o rengo.

Realidad.

Vivís casi en la esquina, nunca te dejan en la puerta de tu casa.

14 de febrero.

Hoy puede ser un gran día. Puede ser el cumpleaños de tu vieja, o el de tu mejor amigo. Pero sin dudas, lo vas a pasar con ella. Un feliz día para todos los enamorados. Olvídense de que hoy es sábado. Sigan intentando zafar de cualquier plan meloso, sólo intentando…

Mirate!

Sin dudas me arrepiento de muchas cosas en mi vida. Sin dudas en mi vida voy a evitar señalar con un dedo cuando me saquen una foto, así logro tener un motivo menos del cual arrepentirme,  así logro tener una razón menos de verme como un pelotudo.

Mamá.

Las madres y su increíble facilidad para reconocer si los rasgos de un bebé son más parecidos a los del padre o a los de la madre; y sin embargo cuando les nombras a un amigo tuyo se quedan pensando en quién carajo es ese. Una faceta más de algo que les encanta hacer, una vez más la presencia de lo que vulgarmente denominamos como hablar al pedo.

Qué carajo.

Muchas veces me quedo observando y me pregunto si es influencia, si es compañía o bien si uno sólo intenta caerle bien al otro cuando están sentados en la mesa de un bar y están tomando el mismo trago, cuando hay tanta variedad. Muchas veces me quedo observando y me pregunto qué carajo me importan estas cosas.

Buscar algo es encontrar otra cosa.

Siempre sucede que en el momento en que mas necesitas algo no lo tenes. Es como buscar algo y encontrar otra cosa que cuando la buscaste nunca apareció. Entonces me pregunto para qué quiero el control remoto si la peli que acabo de enganchar está buenísima aunque ya la vi trece veces, o por qué carajo el mismo no aparece cada vez que te veo la cara.

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Otras razones para pensar que esta sociedad no va a cambiar. Acabo de organizar todo para este fin de semana. Te llamo y te explico. A los 5 minutos me mandás un mensaje y pienso “Quizás hay algo que no entendió”, pero no, el tipo me solicita que vuelva a confirmarle el evento, para quedarse tranquilo. Como conclusión, esta sociedad no va a cambiar hasta que dejemos de ser tan insoportables o pelotudos, que para el caso, es la misma persona.

Toc toc, ¿quién es?

Cierta lógica indica que en el primer cajón, tenedores y cuchillos van separados por las cucharas; y no tengo forma de escapar de ahí ni soporto verlos juntos.

Racismo (y nadie hace nada).

Como si en las películas los hijos fuesen parecidos a sus padres te aclaran que es adoptivo sólo cuando el mismo es “negro”.

La historia de mi vida.

Contás algo y te dicen "Bueno, son épocas...". La historia de mi vida.

Tema actual.

Quizás algún día me levante de buen humor y principalmente con un mango de más en el bolsillo y así poder volver a generar con vos lo que la inflación llevó al desencuentro. Te extraño, mortadela.

Encuentros.

Mucho se habla durante los últimos años sobre nuestra sociedad. Creo que nuestra sociedad no va a cambiar hasta que dejemos de pensar en que si nos responden con un “Ja”, es porque están siendo irónicos, si lo hacen con un “Jaja” es porque no llegamos a hacerlos reír lo suficiente o, por último, cuando se liberan con un “Jajaja” lo hacen porque son medio pelotudos y se ríen demasiado por cualquier estupidez; y empecemos a encontrarnos un poco más.

Mi familia.

Si quieren tómenlo como un reclamo. Lo cierto es que a las familias numerosas nunca nos invitan a comer, porque significamos cuatro kilos más de asado y encima, llegamos tarde. ¡Nadie se va a ir a bañar a las 7 de la tarde!

Equilibrio.

Quedate tranquilo que todo se encuentra en un equilibrio constante. Mientras algunos somos tan desgraciados, otros compran una caja de una docena de huevos que trae trece.

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Mediante un llamado a la solidaridad por no pedir que dejen de ser tan pelotudos, ruego que dejen de castellanizar las letras de las canciones porque después de eso se me hace imposible volver a escucharlas y evitar hacer lo mismo que ustedes y quedar como un idiota, como ustedes.

Hasta que.

Está bueno vivir solo. Está bueno vivir solo hasta que llega el momento en que te encontras en la ducha y te olvidaste de llevar una toalla.

Momentos de supermercado.

Demasiados momentos y tan dispares cuando se trata de ir al supermercado. Abrir la heladera e instantáneamente empezar a pensar que ya es momento de organizarse para dar paso a lo que será una mañana o una tarde perdida. Una vez que estás ahí, se entrecruzan las sensaciones entre repasar qué es lo que verdaderamente hace falta, qué es lo que nos gustaría tener cuando abramos la puertita de la alacena (esa que siempre estuvo algo falseada y nunca “tuvimos tiempo” para arreglar), y esa alegría que corre por las venas como va a correr el vino que nos damos el gusto de llevar. Después de eso, una vez ya en la caja, ver el monitor que va sumando billetes y observarlo de forma semejante al momento en el que el Pipa le pega mordido y se pierde el gol que nos hubiera dado el Mundial. Y para terminar de cagarla, tener que cargar con esas bolsitas que nunca aguantan y que si usas doble los ecologistas te miran mal y porque encima las usas para la botella de vino porque sos un borracho que ya está perdido. 

Es ley.

Recién empezamos un nuevo año por lo que todavía no sé qué tan bueno o qué tan malo puede llegar a ser. Tampoco entiendo por qué simplemente no puede tratarse de "un año más". Menos aun tuve tiempo de poner en la balanza el último año para analizar cómo carajo fue. Pero, sin dudas este año, como todos los que pasaron y los que vendrán, voy a volver a enredarme cuando me cruce con un cable.