Tengo
un hermano que se llama Ignacio. Siempre pienso que a mis viejos, más allá de
que sea el cuarto de cinco hijos, evidentemente les sobraba el tiempo a la hora
de buscar nombres. Indudablemente fue un tiempo perdido, todo el mundo, y como
en cada rincón del mismo, le dice “Nacho”. Ahora, y esto no es sólo con
respecto a mi familia, sepan, padres y madres, que pierden el tiempo buscando
un nombre si su hijo sale colorado, narigón o rengo.
jueves, 19 de febrero de 2015
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