Entonces
me hablaron de un sueño. Uno del que, como tal, dicen, no queres despertar
jamás. Sin embargo, dudaba. Nadie lo podía entender. Nadie me quería entender. Aquella
noche me encontraba acostado en mi cama. Una araña bajaba desde el techo y,
como en un sueño, las piernas dejaban de responder.
domingo, 14 de junio de 2015
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