Qué
extraño es extrañar cosas extrañas. Mientras algunos no ven la hora de terminar
el colegio, otros ya están cansados de ir a cursar a la facultad para después,
seguramente, empezar a extrañarla. Yo, particularmente, extraño ir a hacer los
mandados. Y todo lo que implica. Poder decir que no, en un acto de rebeldía,
por ejemplo. O hacerse el boludo, aludiendo estar ocupado, como forma más
inteligente de decir también, que no. De todas formas, siempre hay un hermano
menor para hacerlo. Ahora, ya ni siquiera son mandados. Es simple, si no voy,
no como. Y lo que más extraño era quedarme con el vuelto, aunque sean unas
pocas monedas. Ahora, ya ni siquiera circulan. Es simple, te dan un caramelo
Alka®.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
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