Luego de un día primaveral, de esos que a uno lo ponen de buen humor a pesar de haberse encontrado a los miles de pelotudos que se cruza habitualmente, uno llega a su casa y camina sus últimos pasos hacia la cama, en la dulce espera de una larga siesta que sin dudas va a durar hasta el día siguiente. Ese buen humor y el tan placentero hecho de dormir luego de un día agitado, sin dudas, ignoran que la primavera viene acompañada de los mosquitos. Invierno, ¡volvé!
domingo, 23 de octubre de 2011
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