Hay un dicho popular que, “paradójicamente” dice: “apunte manchado, examen aprobado”. No sé si seré parte de los llamados “cabuleros”, lo cierto es que me encuentro muy apegado a este decir.
En mi caso, a la hora de estudiar, ya es rutina sentarme en el lugar de la casa más alejado de todo aquel artefacto que implique ruidos molestos (incluyendo a mis hermanos), encender ambas lamparitas y empezar a leer, siempre con el mate a mi derecha, como Padre e Hijo, como aprendí en el bendito colegio al que asistí. Acá es donde aparece la relación entre mi apego a la frase y mi rutina a la hora de estudiar. ¿Qué mejor que cebar mates sobre los apuntes? Esto aumenta las probabilidades del cometido. Algunos pueden pensar “Me hago el dolobu, mancho mis apuntes apropósito y… ¡Una menos!”. ¿Una menos? Aquí, a la hora de demostrar los conocimientos, para los que nos gusta jugar limpio (no duden tanto y continúen leyendo), surgirán titubeos ya que el hecho se dio intencionalmente, y no es así como funciona. Por lo tanto, si les pasa como a mí, harto ya de cebar mates de forma tan egoísta, no pudiendo lograr la faena de ensuciar sus apuntes casualmente, les aconsejo que lo mejor para este momento es, ya que se acerca el día menos esperado, reunirse a compartir sus ideas junto a sus compañeros de clase, hacerle preparar unos buenos verdes (como mejor me gusta llamarlos) al menos adiestrado, y así esperar, y lo digo por experiencia, no más de dos rondas, a que impensadamente éste vuelque el mate sobre tus apuntes.
1 comentarios:
Pensé que sólo me pasaba a mi... Pero después de leer tu entrada se confirma lo que sospechabas: es en lo único que pensamos. Un beso Mr. Risso!
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