jueves, 14 de julio de 2016

De viaje.

Mientras que el flaco se despide de su familia, hay una niña que llora. Llora mientras lo abraza, no quiere dejarlo ir. Quizás tenga miedo de no volver a verlo. O simplemente, y para quitar dramatismo, la angustia la idea de no tenerlo por unos días. El flaco, por fin, se sube al colectivo. El flaco, ahora Lucas, va a viajar durante 24 horas para ver a su equipo. Su equipo juega mañana, y el partido sólo dura 90 minutos. La niña, que sigue llorando, es la sobrina. No sabe de dónde va a sacar plata para comprarse otro tío, me cuenta Lucas, mientras sonríe. También, me comenta que los amigos le hicieron una despedida la noche anterior. Claro, quizás para Lucas es el evento más emotivo que tuvo en su vida. Y yo lo entiendo. Y lo comparto, también. No precisamente por los colores, sino por esa pasión. Lucas es una persona muy sociable. Habla con todos arriba del colectivo. Les cuenta su historia. Me cuenta su historia. Toda su historia. Cada vez que el colectivo para, Lucas compra un par de cervezas para compartir, claro, mientras me sigue contando su historia. Lucas me acompaña desde Salta hasta Rosario. Pero él sigue hasta Buenos Aires. Quizás recién cuando me baje, intente dormir un rato, porque, hasta ahora, Lucas no durmió ni un minuto. Lucas no me dejó dormir ni un minuto. 

0 comentarios: