jueves, 31 de marzo de 2016

Veinte minutos de mierda.

Diez minutos para elegir un cepillo de dientes. Literalmente. Diez minutos para elegir un cepillo de dientes que, cuando llego a casa, resulta que es igual al que está usando mi hermano. Diez minutos dudando entre si soy muy pelotudo o en realidad se trata de un problema de convivencia. Y me reservo el comentario sobre el “porta cepillo de dientes” en el que es imposible encontrar uno que quepa en sus agujeritos. 

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