Ayer me levanté con ganas de
silencio. Justo me senté al lado de aquella señora a la que le gusta hablar
pero no te deja opinar. A veces uno quiere agregar algo para no dejarla tan
sola, pero no, ella sólo quiere que la escuchen. De todas formas, al final no
sé si es K o si iba a comprar el Clarín. Tampoco sé si es feliz, o si a esta
hora ya se suicidó. Estoy confundido. Todo por levantarme temprano un domingo.
lunes, 24 de noviembre de 2014
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