Dudo hasta qué punto
ciertas cosas se desprenden directamente de lo psicológico. De repente, cuando hay
actrón en el botiquín de mi casa, me duele la cabeza. Contrariamente, cuando no
dispongo del mismo, en el mismo momento en que llamo por teléfono para pedir un
turno con el médico, deja de dolerme la cabeza.
lunes, 20 de febrero de 2012
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