Animales ustedes.

Cuántas de sus mascotas pensando hoy que por suerte ya pasó el día en que les dedican pelotudeces que ellos nunca van a ver y que por fin van a recibir su comida, una caricia o con suerte algún paseo. 

Infidelidad.

Cada vez que encuentro un boleto del bondi en mi bolsillo siento que estoy engañando a mi bici. 

Siempre tenemos un vuelto.

Me quede sin saldo en la tarjeta del bondi. Bancame que saco $10 en moneditas. Bancame eh. Ahí va. 

Hablemos del clima.

Se terminaron los días agradables y con ellos la temporada de “salgo a correr porque me interesa estar bien físicamente”. 

Justicia.

El viernes agarré todos los semáforos en verde. Culpa de aquellos que dicen que la vida es justa, hoy anduve con miedo de ser atropellado por el 115, durante todo el día. 

Desgraciado número uno.

A veces me pregunto quién será el desgraciado que recibe todos esos billetes que a la hora de pagar decimos “Le encajo éste que está hecho mierda”. 

Retrasados.

Si pensamos que existe vida extraterrestre y si encima justo hoy nos estaban espiando mientras admirábamos el sol que salió después de casi un mes, estamos al horno, mañana nos invaden. 

Todo mal con el agua.

A esta altura no sé si me jode más la lluvia o haberme pasado con el agua en el café batido que me salió horrible y sin espumita.  

Sigamos hablando del clima.

Todavía acá, esperando que por fin vuelva a haber un día de sol para encontrarme a la gente con buen humor como para pedirles algo. 

Al carajo.

A esta altura cuando zafas de pagar el bondi porque la maquinita “No funciona” decís “Joya, esta noche como algo re copado”. 

Toc (II).

A esta altura debo decir que revisar el gas y la heladera bien cerrada es un acto simbólico. Un acto simbólico que repito 3 o 4 veces antes de salir, todos los fackin días. 

Ternura.

-Definime “ternura”.

-Dale. Zapatillas de lona número 34/35. 

Segunda estación (III).

Tener una vida estructurada me lleva a plantearme cuándo es posible que pueda agregar una frazada a la cama y prender la estufa, como así también el momento en que pueda salir a la calle con guantes, bufanda y gorro de lana. 

Segunda estación (II).

Seguimos pisando el otoño mientras espero al primer pelotudo que venga a decirme lo parecida que es Rosario a Londres. 

Segunda estación.

Desde hace tiempo querías un cambio. Ahora, no te quejes. El otoño es así. Lluvia, viento, tristeza. Lluvia, viento, y, por sobre todo, tristeza. 

autocrítica.

Creo que no existe un momento de mejor autocrítica y mayor sinceridad que el que sigue al instante en que rompimos un vaso de manera idiota. Y si no, proba.